Una de las cosas con las que más se disfruta del campo es su melódico silencio, melódico porque no es silencio “mayor” como ese del que se presume en las abadías, es un silencio que se alterna con los sonidos de animales, viento, lluvia,....formando así una melodía que cualquier persona urbanita o del terruño agradece, le reconforta y relaja.
Se abre la media veda o la veda general y en los días pertinentes de caza ese silencio al que antes aludía se ve roto por el ruido de vehículos transitando los caminos, disparos que anuncian el soñado primer lance de la temporada y sobre todo roto por voces ¿a quien vocea el cazador? A su perro. Pero no solo se oyen voces, también suenan pitidos estridentes que provienen de ese artilugio que se cuelga del cuello. EL SILBATO.
¿Para qué sirve el silbato?
El silbato sirve para todo lo que nosotros queramos mientras seamos capaces de condicionar al perro para que asocie su sonido con una respuesta ¿simple verdad? Pues parece que no. Como siempre, creo que los ejemplos son lo mejor para ayudar a comprender lo que digo, veamos algunos condicionamientos del silbato.
Reforzador condicionado: Es el uso que se da al silbato en el trabajo con mamíferos marinos. Aquí el silbato no sirve para llamar al delfín, aquí el silbato premia una respuesta, es lo que alguna vez habréis leído u oído como condicionamiento de segundo orden normalmente aplicado al sonido del clicker, pues es lo mismo, pero cambiando el sonido. ¿cómo se consigue que el silbato sea un premio? De la misma forma que decirle al perro “muy bien” y esto sea considerado un premio en si o decirle al perro “NO” y este sepa que no debe hacer algo. Esto es curioso, porque la mayoría de la gente no condiciona estas cosas nunca, algunos perros a base de tiempo y convivencia y de condicionamientos “sin querer” llegan a asociar correctamente, pero otros perros no lo harán nunca, es entonces cuando el dueño afligido comenta con su amigo “este perro es tonto, terco, sordo,...”
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